viernes, 24 de diciembre de 2010

Los orígenes de la República

La II República surge por autoproclamación, algo así como por generación espontánea, pero en modo alguno por haber ganado unas elecciones generales.


"Las elecciones municipales del 12 de abril de 1931 arrojaron, en el momento de la proclamación del nuevo régimen, unos resultados parciales de 22.150 concejales monárquicos -de los partidos tradicionales- y apenas 5.875 concejales para las diferentes iniciativas republicanas, quedando 52.000 puestos aún sin determinar. Pese al mayor número de concejales monárquicos, las elecciones suponían a la Corona una amplia derrota en los núcleos urbanos: la corriente republicana había triunfado en 41 capitales de provincia. En Madrid, los concejales republicanos triplicaban a los monárquicos, y en Barcelona los cuadruplicaban. Si las elecciones se habían convocado como una prueba para sopesar el apoyo a la monarquía y las posibilidades de modificar la ley electoral antes de la convocatoria de Elecciones Generales, los partidarios de la República consideraron tales resultados como un plebiscito a favor de su instauración inmediata. El marqués de Hoyos llegaría a decir que "las noticias de los pueblos importantes eran, como las de las capitales de provincia, desastrosas.".[2] Dependiendo de autores, hay distintas interpretaciones de los resultados."

  

El rey huye atemorizado, acobardado, consciente de su falta de apoyo, y los antimonárquicos, amparándose en un irregular resultado, obteniendo mayoría en casi todas las capitales pero no en el resto de poblaciones nacionales, proclaman la República.  

Las elecciones celebradas el domingo me revelan claramente que no tengo hoy el amor de mi pueblo. Mi conciencia me dice que ese desvío no será definitivo, porque procuré siempre servir a España, puesto el único afán en el interés público hasta en las más críticas coyunturas. Un Rey puede equivocarse, y sin duda erré yo alguna vez; pero sé bien que nuestra patria se mostró en todo tiempo generosa ante las culpas sin malicia.
Soy el rey de todos los españoles, y también un español. Hallaría medios sobrados para mantener mis regias prerrogativas, en eficaz forcejeo con quienes las combaten. Pero, resueltamente, quiero apartarme de cuanto sea lanzar a un compatriota contra otro en fratricida guerra civil. No renuncio a ninguno de mis derechos, porque más que míos son depósito acumulado por la Historia, de cuya custodia ha de pedirme un día cuenta rigurosa.
Espero a conocer la auténtica y adecuada expresión de la conciencia colectiva, y mientras habla la nación suspendo deliberadamente el ejercicio del Poder Real y me aparto de España, reconociéndola así como única señora de sus destinos.
También ahora creo cumplir el deber que me dicta mi amor a la Patria. Pido a Dios que tan hondo como yo lo sientan y lo cumplan los demás españoles.


Lo que Franco no nos contó

Los que fuimos a la escuela de Franco, aprendimos historia de España...  entre botellín y botellín de leche Aly con o sin colacao, que los niños bebían con fruición en sus pupitres... -bienhechora campaña para complementar la dudosa alimentación que en los años sesenta se suponía aún en las familias españolas... en los colegios nacionales se daba leche a los niños... y las aulas apestaban a leche de vaca, parecíendo directamente ordeñada por doña Carmen Polo de Franco, para garantizar la correcta nutrición de nosotros, los niños de la década, el futuro de aquella España aún empobrecida...-

 Reliquia: botella de 1 litro de leche Aly, -creemos firmemente que si se lavara no se desintegraría-, marca de Industrias Lácteas Leonesas, que se convertiría posteriormente en Kraft Leonesas. La que nos daban era la botella mini. Las niñas se llevaban el polvo de colacao envuelto en papel de estraza o papel de carnicero.


La historia de España... algo de historia de los reyes godos, mucha de los católicos, y bastante de los austrias y los borbones. Demasiadas monarquías, y echábamos en falta alguna lección en profundidad sobre nuestro pasado histórico más inmediato: aquél en que unos señores organizaron una guerra con todas las de la ley contra otros señores que pensaban de distinta manera. A lo sumo nos dijeron que tal cosa había sucedido, y que los unos derrotaron a los otros en eso que organizaron un dieciocho de julio del treinta y seis... que fue una guerra, con cañones y todo, y con armamento e intervención de Alemania, nada menos... y todos sabíamos por aquél entonces que "los malos" fuera de toda duda habían sido los vencidos... pero al mismo tiempo teníamos la sensación de que habían sido unos pobrecitos... que ellos no habían tenido la culpa... todos aquellos exiliados, los "republicanos", cargados de sacos con sus escasas pertenencias y marchando en fila india a refugiarse tras los pirineos... inermes, hambrientos, ofreciendo tan triste imagen de abandono y de persecución inmisericorde por parte del orgulloso vencedor... ah... cuán poca información tuvimos, cuán escasa y desvirtuada noción de lo que pasó en realidad... ¿pues qué se supone que habían hecho de malo esas gentes? ¿por qué huían, siendo civiles, y no habiendo cometido ningún crimen? ¿Tenían miedo? ¿Por qué?



Además de no darnos detalles de lo que sucedió en aquellos oscuros años, nos ocultaron lo más importante: 1. El por qué sucedió lo que sucedió y 2. Quién era quién.

Franco, ese hombrecillo rechoncho y más simple que una mata de habas, como dicen los castellanos, se regodeó en cantar su gloriosa cruzada. Con retórica barata, nos sumergió en loas a la victoria, materializadas en tediosas sesiones de NODO, en aburridas inauguraciones de pantanos, en agónicos gobiernos de vejestorios y barrigudos militares llenos de bandas y condecoraciones, en censuras ridículas hasta la saciedad, en cacerías y en desfiles de moros y tanques por la Castellana... en propaganda aburrida e inútil, incapaz de explicarnos nada e incapaz de hacer que no quisiéramos sentir conmiseración por "los otros", aquéllos de los que apenas se hablaba, aquéllos que no existían en la familia de casi nadie... y si existían no se hablaba de ellos, los "rojos". ¿Y por qué les llamaban rojos? Ser rojo era como ser un revolucionario... quizá con alguna connotación soviética... pero parecía una cosa inocente, una revolución de los oprimidos o algo así... nos llegaba de lejos la fama de un tal Che Guevara... también parecía ser "rojo" y hasta llevaba una estrella en la gorra... muchos lo seguían porque estaba de moda, al parecer luchaba por la igualdad de clases y aquéllo sonaba bien. Por eso cuando fuimos jóvenes, y Franco ya había muerto, lo rojo se emancipó y alcanzó la virtud y la quasi santificación... a nivel general. Se supone que aquéllo que sucedió y pervivió durante cuarenta años fue la "represión"... y que lo que llegó tras la muerte del dictador fue la "liberación".
Pues vale.